domingo, 27 de febrero de 2011

Y así la confianza queda escrita.

Me vuelvo a ir,  me despido de mi compañero de piso “hasta luego” grito, pese a que desearía no tener que volver esta noche,  desearía no dejar de pasear nunca por estas calles desiertas, donde puedo respirar aire puro y fresco que me recuerda, vagamente, a buenos tiempos. Tiempos que me acompañan, aunque sean tapados por finos velos que yo misma elaboro. Me pongo los cascos sin esperar a escuchar la respuesta a mí despedida. Un fuerte sonido me asusta, cambio de canción,  John nunca falla, así que ahí lo dejo, sonando. Me dejo llevar por la melodía de su música, no presto atención a la letra, no canto como de costumbre, sólo quiero relajarme  y evadirme.
No tengo un camino fijo, floto por esas calles que tantas veces he recorrido pero que cada noche me sorprenden. Me pregunto si alguien me ve, si una sola persona me observa cada vez que paso por un mismo lugar; si se pregunta qué pretendo o qué me lleva a vagar por ahí sola, oye, ¿dónde te has metido?
A medida que avanzo invento algo nuevo, creo una historia distinta en cada una de las casas en las que veo una ventana iluminada, en las que noto una sombra que pasa por delante. Juzgo a cada una de las personas que me cruzo y me miran curiosas, sorprendidas, imagino que alguna de ellas me acompaña. Llego a ese parque donde cada noche están los mismos paseando a sus mascotas, dejando claro que ellos tienen el control, con miedo a que algo lo trastorne todo...el papel de cada uno puede cambiar más fácilmente de lo que creemos y ellos lo saben.
Noto que con algunas de esas personas se ha creado un vínculo especial, ellas no hablan y yo tampoco, simplemente nos miramos, intercambiamos una tímida sonrisa y seguimos sin entorpecernos el camino. Parece una danza, parece que cada uno de nuestros pasos está planeado, que hay horas de ensayo detrás de ellos, sentimos una armonía que hace que nada parezca real.
No lejos de casa decido sentarme un rato. Me encuentro con una cerveza en la mano mirando a la nada y pensado en escribir alguna estupidez. No me doy cuanta hasta ese momento, John hace rato que ha dejado de sonar. Esta noche algo cambia, alguien decide pasar la barrera, alguien decide acercase. Se sienta a mi lado, muy cerca, no dice nada, solo me observa, noto que su mirada se clava en mi rostro, como lo harían mil agujas. Ahí estás solitario, eres tú, por fin te encuentro. Siento tu respiración.
No decimos nada, sólo nos observamos, como si no quisiéramos perdernos ningún detalle el uno del otro, como si analizáramos nuestros rostros, como si los memorizáramos. Permanecemos así un largo rato…hasta que decido cortar la magia dando un sorbo a mi cerveza ya caliente.  
Sin mediar palabra, coge el lápiz que sujeto temblorosa y escribe algo en mi libreta, la cierra y  la mete en mi bolso. Creo saber que ha escrito pese a no verlo, pretende que aquellas palabras sean la prueba, pretende que no olvide mi decisión y que haga un pacto. Se levanta, me acaricia y se va lentamente.
La curiosidad siempre ha sido una de mis peores compañeras así que no tardo en sacar la libreta de mi bolso. Noto un suspiro a mis espaldas antes de que pueda leer nada, una presencia, la suya de nuevo me impide hacerlo. Se acerca y me susurra al oído…

”Y así la confianza queda escrita…”

3 comentarios:

  1. Lerín! has despertado mi curiosidad en el último párrafo. Deseando que se fuera para poder leer las palabras que había escrito en tu libreta!

    qué bonito el texto, como siempre, vaya.

    Veo que últimamente te has hecho muy adicta a la cerveza... xD

    un besito Lerín!

    ResponderEliminar
  2. Por cierto, la música me suena... 8-)

    ResponderEliminar
  3. Las buenas costumbres nunca mueren aitana,ya lo sabes!La canción está a tu nivel, me encantó, de veras!!

    ResponderEliminar